jueves, 22 de septiembre de 2016

LA MESA DE FAMILIA

La mesa siempre ha tenido un puesto de preferencia dentro del ambiente de familia; sobre ella  el esposo y padre de familia hace el balance de entradas y de gasto al final del mes; sobre ella la esposa y madre arregla el vestuario de todos; sobre ella los niños hacen sus  tareas de escuela; en torno a la mesa se reúne la familia para las comidas; alrededor de la mesa se entretiene la familia con los amigos que vienen de visita.  De verdad, la mesa constituye un centro especia en la vida de la familia.

También para nuestra iglesia la mesa es como el centro de la comunidad cristiana:  la mesa de la comunidad cristiana es el altar;  entorno  al altar se hace la lectura de la Carta que Dios ha enviado a los hombres, o sea la S. Escritura; sobre el altar desciende el Espíritu de Cristo para convertirlos en su cuerpo y en su sangre;  alrededor del altar gira la comunidad para participar del banquete eucarístico.

Con razón que ya S. Pablo, en algunas de sus cartas,  da saludos a la comunidad que se reúne en la iglesia (en la casa) de Aquila y Priscila. Así quería decir que la casa de los primeros cristianos la consideraba ‘como una  iglesia.  Será S. Juan Crisóstomo, un Padre de la comunidad cristiana primitiva (siglo IV) quien afirme que la casa de los cristianos es ciertamente ‘una pequeña iglesia’. Fue este mismo Padre quien sugirió cuatro paralelos interesantes: la gran iglesia, Basílica o templo y la casa material  de la familia;  la gran comunidad que se reúne en el templo y la pequeña comunidad familiar;  el altar del templo y la mesa de familia; el culto eucarístico en el templo y el culto que rinde la familia a Dios en la pequeña iglesia doméstica; los ministros del templo y los padres de familia dentro de la pequeña iglesia que es la familia.

El Papa Francisco volvió a tomar esta hermosa comparación;  lo hacía  a propósito de  las consecuencias nocivas que los medios de comunicación están causando al diálogo familiar: la televisión en la sala comedor y el uso desmoderado de los celulares impiden la comunicación y el diálogo entre los miembros de familia; parecería que padres e hijos están más  interesados en la comunicación  con personas distantes   que con las presentes; esto una muestra del individualismo que está minando la unidad de la familia; es también falta de interés y de respeto por la familia.

Son los padres de familia quienes deben salvar y recuperar este espacio vital  en torno a la mesa familiar; este espacio de diálogo, comunicación y de intercambio entre los miembros de la familia no puede perderse, so pena de acabar con la comunión familiar; es un momento de encuentro y de intercambio de experiencias del día; es el momento de mirarse a la cara, de sonreír, de hablar, incluso de reconciliarse y reforzar el espíritu familiar.  


La unidad de la familia pide mucho altruismo;  el individualismo lo destruye; el altruismo humaniza, el egoísmo, el individualismo,  deshumaniza.

Para mas informacion, visite: Iglesias Domesticas

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